Emociones y piel: ¿qué papel juega la mente en las alteraciones de la piel?

¿Existe una verdadera relación entre emociones y piel? Según varios estudios, el 80% de las alteraciones más comunes de la piel tienen un origen psicosomático, entre las que se encuentran los eczemas, la rosácea, la psoriasis o la dermatitis. Y es que, tal y como siempre afirmamos, la piel es el órgano más grande del cuerpo, cuya extensión supera el 80%. No solo eso: su función principal es actuar como una especie de coraza ante el resto del mundo, razón por la cual puede verse afectada por factores internos o externos.

Sin embargo, si bien tendemos a tener bastante conciencia sobre los efectos del sol, el frío o la contaminación en la piel, en tanto como factores externos, solemos pasar por alto los efectos que pueden comportar las emociones como el estrés, la ansiedad, la tristeza o el miedo. Y es que, en honor a la verdad, son cada vez las alteraciones cutáneas cuyo desarrollo corresponde a un problema psicosomático. Por esta razón, la medicina ha desarrollado una disciplina relativamente nueva en el ámbito de la salud: la psicodermatología, que da respuesta a todas estas alteraciones. Pero, ¿Cómo Cómo se relacionan los trastornos psicológicos y la piel? ¿Qué cambios en la piel tienen un origen psicodermatológicao? Sigue leyendo para descubrirlo.

La importancia de la piel en el cuerpo humano

La piel es el órgano receptor y emisor de toda la información que le llega al organismo desde el exterior. No en vano, algunos expertos llaman a la piel “el órgano del apego”, ya que a través de la piel desarrollamos las primeras relaciones con el resto del mundo desde que nacemos. A través de la piel es la relación entre un recién nacido y la madre, las cuales son básicas para un correcto desarrollo orgánico y psicoemocional del bebé, y afectarán a la calidad de las relaciones interpersonales que desarrolle en el futuro.

La relación entre emociones y piel

Antes de entrar en materia sobre la relación de las alteraciones de la piel y las emociones o la mente, piensa un momento en qué ocurre cuando sientes vergüenza. Tu piel se enrojece. ¿Y cuándo estás maread@? Empalidece. Lo mismo que se eriza, provocando la popular “piel de gallina” cuando tienes frío.

Como ves, podemos afirmar que la piel es el termómetro de medición de las emociones: la palidez, el enrojecimiento o demás reacciones son indicadores a través de la piel de miedo, vergüenza, ansiedad, emoción, tensión, etc.

Sabiendo esto, no es de extrañar que los picos de estrés, ansiedad, tristeza o los factores emocionales y psicológicos tengan un importante papel en las alteraciones dermatológicas. La piel está directamente conectada con el sistema nervioso, el sistema circulatorio y la mente. Por eso, a través de ella refleja cualquier alteración que está sucediendo en el interior del organismo.

El nerviosismo, el estrés, el miedo o la ansiedad, descompensan el equilibrio del organismo, poniendo al cuerpo en un estado de alerta, en respuesta a un peligro inminente. En este momento, aumenta la tensión corporal, la adrenalina y el cortisol (la hormona del estrés), lo que provoca que se ralentizan algunas funciones imprescindibles para mantener la salud de la piel, como la regeneración dérmica o la reparación del organismo a través del descanso. Otras emociones, como la tristeza, o acciones como el llanto, también pueden contribuir a debilitar la piel, deshidratarla y aumentar la posibilidad de desarrollar problemas cutáneos, como dermatitis atópica, psoriasis, acné, ojeras y envejecimiento prematuro.

La relación entre las alteraciones de la piel y las emociones

Teniendo en cuenta las consecuencias de los desequilibrios emocionales, mentales y psicológicos en la piel, veamos a continuación las afecciones cutáneas más afectadas por las emociones:

Psoriasis

Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta de gran manera a la calidad de vida de quien la padece y que se asocia con disfunciones emocionales.

Según muchos expertos, la gran mayoría de episodios de psoriasis se relacionan con influencias psicológicas, sobre todo con el estrés, que, además, puede también condicionar el abordaje para tratar de revertir la enfermedad. Es más, en muchos casos de psoriasis, el estrés aparece a raíz de empezar a padecer la enfermedad, debido a los efectos en el físico de la persona que la padece, así como el desgaste emocional que suponen los círculos de picor de la enfermedad. Sin embargo, una vez aparece el estrés en los casos de psoriasis, esta empeora, haciendo más difícil su tratamiento y su posible remisión.

Dermatitis atópica

Se caracteriza por la aparición de lesiones en forma de eczema con picor. De nuevo, su relación con el estrés es muy estrecha. Además, muchos expertos afirman que las personas afectadas de dermatitis atópica tienen un mayor riesgo de desarrollar depresión o ansiedad.

Hiperhidrosis

Se trata de una producción excesiva de sudor que puede ser resultado de un estímulo emocional.

Urticaria

Según muchos estudios, hasta un 50 % de los pacientes con urticaria conviven con situaciones estresantes.

Es más, lo peor de la urticaria es que no solo puede desencadenarse por un estrés en el presente: algunas personas también la sufren al enfrentarse a recuerdos doloroso o situaciones traumáticas del pasado. De esta manera, en el tratamiento de la urticaria también puede ser crucial el acompañamiento psicológico.

Acné adulto

A pesar de que solemos percibir el acné como un trastorno cutáneo vinculado a los jóvenes y a la adolescencia, a la hora de la verdad son muchos los adultos que sufren este problema. Sobre todo mujeres, que en la edad adulta pueden verse afectadas por el acné hormonal.

Sin embargo, la relación del acné con las emociones, la ansiedad o el estrés es un tanto diferente al resto de alteraciones que hemos visto. En el acné el estrés no actúa tanto como un desencadenante, sino que es la alterción cutánea la que lo desencadena. En muchas ocasiones, quienes sufren acné pueden desesperarse al ver cómo la alteración afecta a su aspecto, su vida social y su estado emocional, lo que puede comportar bajadas de autoestima y trastornos tan graves como la depresión, la ansiedad o la fobia social. Según un estudio publicado en el British Journal of Dermatology, los voluntarios con acné tenían una probabilidad mucho más alta de desarrollar depresión frente a los que no sufrían el trastorno.

Es por esta razón que, en estos casos, el tratamiento del acné no debe limitarse a ser solo físico, sino ir también acompañado de apoyo emocional.

¿Cómo aprovechar las emociones para mejorar la piel?

La buena noticia de la conexión entre emociones y piel es que también podemos usarlas de manera positiva para revertir los efectos de las emociones negativas en la piel: ¡No solo mejorarás tu bienestar, sino también la salud de tu piel!

  • Acepta la situación y enfoca la parte positiva: aceptar los sentimientos negativos y analizar la situación que los ha generado ayuda a superarlos y a reducir la negatividad.
  • Realiza actividades que te hagan sentir bien: queda con amigos, ve al cine, a dar un paseo, lee un libro, haz tu deporte favorito o escucha música (la música es un estimulante ideal para la piel), etc.
  • Mantén una buena rutina de hábitos: aliméntate adecuadamente, practica ejercicio físico y realiza actividades como el yoga, el pilates o la meditación, son ideales para equilibrar el cuerpo, la mente y la piel.
  • Introducir productos Karicia en tu rutina diaria y aplicarlos de manera consciente a diario, mejora el bienestar dérmico y emocional.

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